Latores es una parroquia del concejo de Oviedo que disfruta de todas las ventajas de la zona rural asturiana estando a cinco minutos del centro de la capital del Principado. Allí se encuentran mezcladas en armonía explotaciones agrícolas tradicionales con importantes chalets de nueva construcción. De forma que los hórreos y la arquitectura moderna comparten una situación privilegiada con vistas a las montañas.

Los dueños de un nuevo chalet de estilo contemporáneo – con grandes volúmenes cúbicos y amplios ventanales – me llamaron en el año 2005 para ayudarles a crear un jardín que aprovechase lo mejor del entorno, no ocultase la calidad de las formas edificadas y permitiese su uso como centro de reunión de amigos y familiares.

Zona estancial con la sierra del Aramo al fondo ( Foto: Fernando Hortelano Vázquez de Prada)

Desde entonces he seguido trabajando con ellos en el desarrollo de un jardín que combina los espacios arquitectónicos con plantaciones de gran calidad. Durante estos años el jardín ha crecido tanto en superficie (ha pasado de los 1600 m2 iniciales a los 2150 m2 actuales), como en el tamaño y variedad de su vegetación, siendo ahora ya un espacio ajardinado bastante maduro y asentado que ofrece interés durante todo el año.

Terraza sur en verano ( Foto: Fernando Hortelano Vázquez de Prada )

La casa, que se encuentra en el punto más alto del terreno, divide la parcela en dos partes claramente diferenciadas: entrada con aparcamiento orientada al norte y jardín familiar en la zona sur desde donde se pueden ver el Monsacro y la sierra del Aramo.

En esos espacios, cubiertos mayormente por césped – en el que se permite cierta libertad floral a base de búgulas y margaritas silvestres – la familia dispone de varias zonas estanciales separadas por masas arbustivas.  Los miembros de diferentes edades disfrutan de espacios cercanos, pero íntimos, gracias a las barreras vegetales.

Vista aérea, julio 2014. Foto dron: Donald R. Cott

Un camino baja por la parcela de norte a sur y comunica el edificio principal con uno de los portones. Sus grandes losas rectangulares de hormigón liso permiten el paso de dos personas y su acabado minimalista empata con el del suelo de las zonas estanciales que, a su vez, combina perfectamente con el estilo general del edificio. Estas mismas losas forman una escalera inserta en el césped de un talud que une las dos partes de la parcela.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Escalera de losas ( Foto: Fernando Hortelano Vázquez de Prada)

La bondad del clima asturiano nos ha permitido utilizar especies y variedades que aportan estructura y colorido durante todo el año. Los árboles de gran tamaño sirven como pantalla de vistas y cortavientos, necesarios al encontrarse el jardín en la zona más alta de la parroquia. Mientras que los arbustos floríferos separan zonas, abrigan estancias, aportan color en su época y algunos conducen la mirada hacia los puntos focales del jardín. Las plantas bajas se agrupan en masas monocromáticas de una sola especie que destacan a distancia y facilitan el mantenimiento.

Colorido otoñal. ( Foto: Fernando Hortelano Vázquez de Prada)

En el estrato arbóreo encontramos una pareja de cerezos que dan flores dobles de color rosa en primavera y crean un arco de entrada al jardín norte; varios magnolios, unos de sombra permanente con perfumada floración veraniega y otros de hoja caduca  que florecen a inicios de la primavera, ornamentan y ocultan de vistas; arces rojos y liquidámbares iluminan el otoño con sus colores; abedules del himalaya alumbran  el invierno con sus troncos blancos; y un olivo centenario forma una escultura viva frente al ventanal de la piscina interior.

Ventanal de la piscina. ( Foto: Fernando Hortelano Vázquez de Prada)

Junto a ellos, los arbustos ejemplares y los grupos arbustivos llaman la atención por su colorido durante determinadas épocas. Así,  la fantástica glicinia formada en árbol con flores colgantes en primavera; un arce japonés de la vigorosa variedad “Sango-kaku” cuyos  brotes rojos destacan tanto como su follaje otoñal de color dorado; un cornejo japonés blanco impresiona al comienzo de la primavera; muchas hortensias formando masas y alineaciones blancas, rosas y rojas lucen en verano; varios rosales de pie alto y manzanos de flor tallados cierran los laterales de una pérgola escultórica asimétrica, sobre la que crece un ejemplar de parra centenaria cuyo tronco añejo y retorcido contrasta con el brillo pulido del acero inoxidable.

Pérgola asimétrica de acero inoxidable con parra ejemplar ( Foto: Fernando Hortelano Vázquez de Prada)

No podían faltar las plantas acidófilas, como un cuadro de diferentes variedades de azaleas y rododendros bajo una de las magnolias o un trío de camelias rojas sobre un montículo artificial que crecen a pleno sol.

Arbustos de floración primaveral: azaleas, camelias y la glicinia ejemplar ( Foto: Fernando Hortelano Vázquez de Prada)

La plantación se completa con masas de vivaces de flor como liriopes gigantes, lirios de día, lirios pálidos, calas blancas o agapantos y trepadoras como una bouganvillea roja espectacular que cubre parte de la fachada sur de la casa.

Los setos de ocultación y las paredes exteriores se resuelven con plantas autóctonas como el laurel y la hiedra o espinosas como el agracejo púrpura y el espino de fuego.

Las coníferas están representadas por tuyas gigantes, unas plantadas en un seto en ele y tres formando un grupo escultórico. Junto a este, una masa de enebros rastreros verdes, azules y dorados, limita la zona nueva del jardín. Un cedro azul del atlas señal el comienzo de la plataforma alta.

 

Masa de coníferas separando dos zonas del jardín ( Foto: Fernando Hortelano Vázquez de Prada)

A la sombra de las tuyas gigantes una alineación de matas altas de una variedad roja de lino de Nueva Zelanda demuestra la extraordinaria resistencia de esta especie.

También hallamos frutales repartidos por varias zonas: varios manzanos asturianos, tres naranjos y una higuera ofrecen sus flores y frutos.

Los terrenos de plantación se recubren de corteza de pino, gravilla de color o flor de temporada, en función de la situación y de las plantas que albergan.

La decoración del jardín se complementa con luminarias metálicas, macetas de diseño y muebles funcionales.

Maceta en verano. ( Foto: Fernando Hortelano Vázquez de Prada)

Como vemos, el jardín suaviza las líneas de la casa, ofrece intimidad a sus ocupantes y aporta colorido y movimiento estacional a lo largo de todo el año.